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domingo, marzo 18

TESTIMONIO



Holaaaa! Llevo meses pensando en escribirte, mi historia tiene tela, es larga pero creo que podría llegar a mucha gente... Te comento, siempre fui una chica de peso normal, comía en cantidades normales pero muy, muy mal. En mi casa, por desconocimiento, nunca hubo ningún tipo de educación nutricional. No cuidábamos la alimentación principalmente porque a nadie en mi casa le sobran kilos, entonces entraba todo lo que yo quería y más: fritos a todas horas, dulces mejor ni hablamos, picoteos continuos, guarrería ultramegaprocesada...

Y pan, ¡ay el pan! Mi gran adicción. Eso es peor que la droga, te lo juro. Una barra y pico diaria me he llegado a meter, era empezar y no parar. Así a lo tonto con 21 añitos y midiendo 1.60 me planté en 95 kilos (obesidad II, ¿hola qué clase de broma es esta?). La peor época de mi vida: estaba muy amargada, era muy envidiosa y criticona,  autoestima por los suelos... Inconscientemente piensas "si ya me he echado a perder, ¿qué más dan un par de kilos más?", y así me refugiaba aún más en la comida basura... Yo, 0 conocimientos en deporte (¿qué era el deporte? ¿por qué la gente hacía deporte y se sentía bien?) y nutrición (¡y lo poquísimo que sabía encima era falso!), mitos nutricionales que por cierto (y esto es de chiste, surrealista), fueron corroborados por mi médico de cabecera: cuando le pedí desesperada que me derivaran al endocrino porque me di cuenta que había tocado fondo y se me había ido de las manos, se negó porque mis analíticas "no estaban mal" (recordemos: 21 años, obesidad II). ¿Sabes qué hizo en su lugar? Me dijo, cito textualmente: "para adelgazar tienes que comer 5 veces al día en pocas cantidades, quítate el pan y come 3-4 piezas de fruta y algún cereal, y muévete, haz algo de ejercicio... ". En fin, indignante se queda corto.





Presión social, y apoyo nulo

Por fin, en agosto de 2015 recuerdo una mañana mirarme al espejo y comprender que estaba totalmente sola, que absolutamente nadie me iba a ayudar y que, o me quedaba de brazos cruzados y asumía mi vida de gordita y con esa personalidad de basura, o me metía en el barro a pelear y me empapaba de conocimiento para intentar salvarme yo solita. Para colmo, mi entorno tampoco ayudó mucho: aguanté muchísisisimas risas y chistes de mis propios amigos y familiares, casi nadie creyó en mi cambio, excepto mi padre, ni siquiera yo misma pensé que llegaría tan lejos.... 


Sinceramente, tenía casi claro que me pasaría lo que a la inmensa mayoría: empezar dietas hipocalóricas y restrictivas que se llevan bien las primeras semanas o, con suerte, meses, para luego acabar atracando la nevera y volviendo a los hábitos de siempre. Pero yo tenía muy claro que no quería fracasar y ser una de esas personas en dieta permanente, con un hambre constante, comiendo "comida sana" a disgusto mientras mira de reojo las croquetas del de al lado y sufre en silencio... Así que fui curiosa, y quise APRENDER a alimentarme, educar mi paladar. 


En los dos años que siguieron fui perdiendo peso muy progresivamente e incorporando el deporte a mi vida. Cuanto más peso perdía, menos burlas y más críticas recibía: adelgazas porque no comes, es que te pasas la vida en el gimnasio, es que estás obsesionada con las calorías... blabla.


Al pasar todo esto sola, sin ningún tipo de ayuda, tuve muchísimos fallos al inicio, es la misma historia que habrás oído miles de veces: me mataba a cardio, me daba igual el músculo yo sólo quería ver la báscula bajar, las pesas ni las tocaba (qué vergüenza meterme en sala, pensarán "mira esa gordita, más cardio y menos pesas", fijo que se ríen y se burlan, y  me miran.... Porque las pesas son sólo para los hombres y las chicas fitness). También hubo periodos de restricción muy serios y, quizás lo peor de todo y lo más importante: eliminé casi por completo la grasa, convencidísima de que era poco menos que la muerte (¿cómo vas a perder grasa comiendo grasa? Es un contrasentido. Encima con las calorías que tiene... ) y que la proteína era la única que me salvaría.Y los carbohidratos... Mi adicción, sabía que debía bajarlos pero es que no podía. Cuanto más me restringía, más ansiedad por la comida tenía, obligaba a mi cuerpo a comer 5 veces al día en poquita cantidad, porque todo el mundo decía que así se adelgazaba, ¿no? (Ojo, no digo que haya gente que no le funcione, conozco gente que come 5 o 6 veces al día y otros que comen 2... Pero es que cada cuerpo es un mundo, y el mío en concreto no tolera ni de broma hacer más de 2 ó 3 comidas). Esto me hacía estar pensando tooooooodo el día en zampar, cada cuatro horas, abría el frigorífico, porque "me tocaba", era la excusa, contaba calorías, me convertí en una calculadora andante: 1 caloría era 1 caloría y no importaba mucho la procedencia (como de lunes a viernes arroz blanco con pavo a la plancha, una manzanita y un trocito de pan -el pan para mí muy sagrado, repito. Aunque en el fondo deseaba comerme siete barras-, pero el fin de semana me meto dos platitos de pasta y un par de cubatas). 


Y, aún comiendo todo y más, a las dos horas tenía un hambre alucinante. (¿Pero el carbohidrato no era esencial después del entreno y que saciaba mogollón?) Me volví loca, tuve amenorrea durante 8 meses y me daba miedo restrigir más calorías porque me estaba matando en el gimnasio... No entendía lo que le pasaba en el cuerpo, nadie me daba la respuesta. ¿Cómo era posible que metiéndome los cereales y harinas que me metía pasaba un hambre constante? 


Eso sí, yo la grasa seguía sin olerla que engordaba con sólo verla. Echando ahora la vista atrás, curiosamente me desenganché de un día para otro, radical, del dulce y el lácteo, pero del cereal y la harina... Mi cuerpo me lo exigía a cada minuto, yo se lo daba pero el hambre nunca desaparecía, hubo en momento que incluso ya no sabia diferenciar cuándo tenía hambre y cuándo no.


La historia tiene final feliz: descubrí gente como tú, no sabes la cantidad de artículos que he leído, me llevé las manos a la cabeza y me avergoncé de mi misma, flipé con lo confundida que había estado toda mi vida. Se me desmoronó el conteo de calorías, la obsesión por la báscula... Me di cuenta que, efectivamente, no sabía nada. Y lo más terrorífico: vale que yo en ignorancia nutricional me llevaba la palma... Pero no era solo mía, descubrí asombrada que mi propia familia, amigos... Creían (y siguen creyendo) a pies juntillas todos estos mitos que nos han vendido desde la cuna (mi madre sufre y mucho cada vez que me ve comer huevos a diario, algunos amigos siguen creyendo que mi físico actual se debe a que estoy en un déficit brutal, que me restrinjo mucho y me mato a cardio, a mi familia se le llena la boca hablando de mis entrenamientos en ayunas pero alucinan con todo lo que como, etc.).


Mira, fue aumentar las grasas (al principio con muchísisisismo pánico), superar mi tremenda adicción y dependencia al carbohidrato y comprender que la proteína no era todopoderosa y oye, ¿cómo te lo explico? Mano de santo, sin exagerar. Desaparecieron de golpe todos mis problemas. La menstruación ha vuelto, como y me sacio, la energía entrenando es brutal, se me ha olvidado qué es el hambre. Es que lo he comprobado en mis carnes, vaya. Es verdad es de que la información es poder, a mí me han engañado toda la vida pero bien, y la verdad que me gustaba, me era más fácil vivir con la venda en los ojos y criticando mientras me metía el cereal y la harina en vena. 


¿Mi vida ahora? Repito, no sé que es tener hambre. Me da igual el peso, me interesa mi rendimiento, ser feliz entrenando... Quién lo diría. Me meto 2000 calorías diarias sin pestañear, repartidas en solo 2 comidas. Y me he dejado de estupideces: entreno fuerza en ayunas, con una energía que no me la termino de creer ni yo, 0 refeed porque te juro que el cuerpo ya no me lo pide... 


Es que no sé, la sensación constante de felicidad que tengo cada día es indescriptible, voy de subidón por la vida. Me he convertido en el tipo de persona que siempre envidié ser. Orgullosa, muy orgullosa de todo el conocimiento que tengo ahora, esto no se paga con dinero. El foco no es ya el cambio físico, es el mental. Soy otra persona. Gracias, mil gracias por informar con evidencias y estudios en la mano y destapar mentiras. Mi cambio en parte se lo debo a gente como tú.


Perdón de verdad por el testamento, pero me apetecía comentarlo, era casi necesario. Adjunto foto: 95 -> 75 -> 53 kilos actualmente, casi tres años entre la primera y la tercera foto.

6 comentarios:

Gabriel dijo...

Joder Leonidas , Las fotos¡¡¡ estupenda la historia tio, me alegro un montón por ella, pero que triste que sea a base de luchar, estudiar, desencantarte y nadar contracorriente que consigas tus metas , cuando debería ser en la escuela, el centro de salud, la TV , etc... dónde te explicaran como comer como un HUMANO Un salduo Crack.

joderconLeonidas dijo...

Poco a poco lucharemos, joder

Morglum dijo...

Bravísimo, y cada día, somos más.

Double-C dijo...

El despertar de la conciencia... la evoluciòn para no volver jamàs atràs !!!
Tremendo testimonio.

Anónimo dijo...

Yo estoy delgadisima aún comiendo muchísimas frutas, pero enfermedades autoinmunes y cansancio, adicción a la tesis y pan... Horrible, no se cómo revertir esto .. de siempre comía sin pan ni fruta casi. No sé cómo me deje llevar así x el dichoso vegetarianismo

Leónidas dijo...

Noches buenas.
Te recuperarás, joder